Dr. Charles Stanley
"Y éstos [de Berea] eran más nobles que los que estaban en Tesalónica,
pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las
Escrituras para ver si estas cosas eran así" | Lectura: Hechos 17:10-12
Para
que el Espíritu Santo pueda hacer su obra, debemos realmente hacer el
esfuerzo de escuchar a Dios cuando habla. Es posible, por ejemplo, "oír"
cada palabra de un sermón, pero en verdad no escuchar ni una sola
palabra del mismo. ¡Lamentablemente, hay algunos asistentes ausentes
como éstos cada semana en las iglesias! Sus cuerpos pueden estar en el
asiento, pero sus mentes obviamente están en otra parte. En realidad,
hay dos clases de oyentes en prácticamente cada iglesia del mundo: los
pasivos y los activos.
El
oyente pasivo es alguien que está presente en los servicios pero deja
que su mente divague. Observa a las personas; nota cómo se visten y
actúan; se relaciona y hace planes para salir a almorzar con ellas. No
va a la iglesia para escuchar al Señor, sino por costumbre, o
simplemente para sentirse mejor en cuanto a sí mismo.
Pero
el oyente activo entra a la iglesia con una gran expectativa por lo que
el Señor va a decirle. Tiene una Biblia, y toma nota del mensaje para
captar la sustancia del mismo. Escribe todo lo que puede, tratando de no
perder ni un solo punto de la predicación, y durante todo el mensaje se
pregunta: ¿Cómo se aplica esto a mi vida?
El
Señor se comunica de muchas maneras diferentes, y cuando habla debemos
siempre escuchar activamente. Si usted se da cuenta de que su mente está
divagando durante el servicio, es porque quizás se ha acercado al Señor
de una manera pasiva. Pídale a Dios que concentre sus pensamientos, y
decídase a ser un oyente activo de ahora en adelante.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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