No digamos adiós
"Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced..." | Lectura: Filipenses 4:1-9
Francis
Allen me guió a Cristo, y ahora estaba llegando el momento de que él
vería al Señor cara a cara. Yo estaba en su casa y se acercaba la hora
del adiós. Mi idea era decir algo memorable y significativo.
Estuve
casi una hora junto a su cama. Se reía a carcajadas de las historias
que le conté sobre mi vida. Después, se cansó, se puso serio y ocupó su
energía en limar algunas asperezas que aún veía en mí. Yo escuchaba,
aunque también pensaba en cómo despedirme.
Antes
de que tuviera oportunidad de hacerlo, dijo: «Randy, recuerda lo que
siempre te he dicho. No hay nada que temer de la historia de la vida,
porque sabemos cómo termina. Yo no tengo miedo. Ahora, vete y haz lo que
te enseñé». Aquellas palabras desafiantes me recordaron las de Pablo a
los creyentes filipenses: «Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced» (Filipenses 4:9).
Ese
último día, el brillo en la mirada de Francis era igual al que vi en
sus ojos el día que lo conocí. No había temor en su corazón.
Por
eso, muchas de las palabras que escribo, las historias que narro y las
personas a quienes sirvo, son tocadas por Francis. Mientras estemos en
este mundo, recordemos siempre a aquellos que nos alentaron
espiritualmente.
¿Quién ha sido tu mentor? ¿Estás orientando a otras personas?
Vive de modo que, cuando te conozcan, quieran conocer a Cristo.
Por Randy Kilgore
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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