Dr. Charles Stanley
"Acerquémonos,
pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y
hallar gracia para el oportuno socorro" (He 4.16).
¿Ha
quedado atrapado alguna vez en un "ciclo de culpabilidad?" Es decir,
confesando un mismo pecado una y otra vez, sin alcanzar la victoria.
Pero hay una promesa bíblica que dice: "Si confesamos nuestros pecados,
él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad" (1 Jn 1.9, énfasis añadido).
Amigo,
Dios mantiene su promesa. Es la persona quien falla -hemos convertido a
la confesión en una enumeración rutinaria de nuestras faltas con una
actitud de "lamento haber pecado, pero soy débil, y Dios lo sabe". La
verdadera confesión, que significa estar de acuerdo con el Señor en
cuanto a nuestro pecado, está unida inseparablemente al arrepentimiento;
son las dos caras de la misma moneda. Arrepentirse es apartarse del
mal. Al mirar nuestro pecado desde la perspectiva de Dios, veremos un
hábito vil y perverso con consecuencias terribles, del cual desearemos
huir lo más rápidamente posible.
En
términos prácticos, confesar y arrepentirse requiere la decisión
deliberada de decir: "Por el poder del Espíritu Santo, me aparto de
eso". Satanás todavía le tentará, y el fracaso seguirá siendo una
posibilidad. Pero Dios quiere y puede romper las cadenas de su pecado
para hacerle libre.
La
victoria puede ser inmediata, o bien, un proceso que requiera cambiar
malas decisiones por correctas. En algunos casos, la tentación que tiene
que ver con un pecado habitual nunca se marcha. Entonces se hace
necesario enfrentar cada día en el poder de Dios. Si usted rechaza el
pecado, el poder del cielo estará allí para ayudarle.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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