Nuestro Padre bueno y poderoso
Dr. Charles Stanley
"Entonces
él tuvo temor. Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e
hizo pregonar ayuno a todo Judá. Y se reunieron los de Judá para pedir
socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a
pedir ayuda a Jehová". | Leer: 2 Crónicas 20.1-4
Todo
el mundo enfrenta retos en la vida. Ya sea que nuestras luchas tengan
que ver con dinero, trabajo, relaciones interpersonales o salud, podemos
estar seguros de que nadie está exento de ellas. Por fortuna, servimos a
un Dios que está interesado en nuestros problemas, y que es capaz de
encargarse de ellos.
Cuando
los problemas amenazan, la oración debe ser el primer paso. Josafat, el
rey de Judá, enfrentó un reto enorme. Tres tribus diferentes
-moabitas, amonitas y meunitas- le hicieron la guerra simultáneamente.
La mayoría de los líderes se habrían derrumbado bajo una presión así, o
al menos tomado medidas drásticas, pero Josafat era un líder sabio.
Aunque tenía temor, no se lanzó contra sus enemigos. En vez de eso,
"decidió consultar al SEÑOR" y proclamó un ayuno en todo el país (2 Cr 20.1-3 NVI).
Josafat
sabía también que Dios, quien era más poderoso que cualquier problema
terrenal, había hecho cosas milagrosas a favor de Abraham, Isaac, Jacob,
Moisés y David. Ese mismo Dios también lo ayudaría a él en su momento
de necesidad. Nunca debemos subestimar el interés del Señor por nuestros
asuntos. Él ayudó a nuestros antepasados bíblicos, y puede -y podrá-
ayudar a sus hijos hoy.
Es
fácil pensar que nuestros problemas no son importantes a los ojos de
Dios, pero Él no lo ve así en absoluto. Lo que nos concierne a nosotros
le concierne a Él. Si nosotros, al igual que Josafat, acudimos al Señor y
proclamamos su poder, Él intervendrá. Y no importa cuán grandes sean
nuestros problemas, Dios es más grande.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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