El evangelio de la gracia de Dios
Dr. Charles Stanley
"Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí
mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí
del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de
Dios". | Leer: Hechos 20.16-24
Al
apóstol Pablo lo consumía una pasión que era aun más grande que su
deseo de vivir o el temor al sufrimiento. Tenía un ministerio que
cumplir y un mensaje de salvación que entregar. Sus palabras en Hechos 20.24
nos ayudan a entender el concepto fundamental involucrado en nuestra
salvación. Pablo lo llamó "el evangelio de la gracia de Dios".
Somos
salvos simplemente porque Dios es misericordioso. Él sabía que nunca
podríamos llegar a ser lo suficientemente buenos para cerrar la brecha
entre nuestro pecado y su santidad. Es por eso que usted nunca escuchará
decir "el evangelio de la ley de Dios". Nunca habríamos podido cumplir
los requisitos, especialmente de la manera que Jesús amplió el
significado de la ley en el sermón del Monte (Mt 5-7).
Pero la gracia es totalmente diferente. No tiene nada que ver con
nuestra dignidad o nuestros méritos, sino que se basa únicamente en el
favor inmerecido de Dios para con nosotros.
Lo
más admirable es que el recurso para nuestra salvación es solamente la
fe. La gracia que Dios brinda al salvarnos es su regalo, y no hay nada
que podemos añadir por nuestras obras (Ef 2.8, 9). De lo contrario, tendríamos que limpiar nuestra vida para ser salvos, y eso haría nula la gracia.
¡Alabado
sea el Señor por su maravilloso plan de salvación! Cristo pagó nuestra
deuda de pecado con su muerte, y lo único que tenemos que hacer es
creerlo. Pero aun después de la salvación, la gracia de Dios sigue
fluyendo. Nunca tenemos que preocuparnos de no ser lo suficientemente
buenos para caer de su gracia; porque ella es para siempre.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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