En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Salmo 23:2-3
A veces, nuestro perro se altera tanto que tiene convulsiones. Para
prevenir que eso suceda, tratamos de calmarlo. Lo acariciamos, le
hablamos con voz suave y le decimos que se acueste y descanse. Pero
cuando oye «acuéstate y descansa», mira para otro lado y empieza a
quejarse. Finalmente, con un dramático suspiro de resignación, obedece y
se tira al suelo.
En ocasiones, nosotros también necesitamos que nos recuerden que
debemos descansar. En el Salmo 23, aprendemos que nuestro Buen Pastor
«en lugares de delicados pastos [nos hace] descansar» y que nos guía
«junto a aguas de reposo». Sabe que nos hace falta esa tranquilidad y
descanso, aun cuando nosotros no nos damos cuenta.
Nuestro cuerpo está diseñado para descansar con regularidad. Dios mismo
reposó al séptimo día, después de su obra creadora (Génesis 2:2-3;
Éxodo 20:9-11). Jesús sabía que había un tiempo para servir a las
multitudes y otro para descansar. Instruyó a sus discípulos: «Venid
vosotros aparte […] y descansad un poco» (Marcos 6:31). Cuando
descansamos, nos renovamos y re-enfocamos. Si llenamos todo el tiempo
con actividades, incluso con cosas válidas, Dios suele captar nuestra
atención haciéndonos acostar y «descansar».
El descanso es un don, una dádiva buena de nuestro Creador que sabe
exactamente lo que necesitamos. Alabémosle por hacernos descansar en
delicados pastos.
Reflexión: Si
en ciertos momentos de la vida no nos retiramos y descansamos, podemos
desmoronarnos y caer en precipicios emocionales y espirituales.
Escrito por: Editores de Nuestro Pan Diario
Dios bendiga tu vida con garcia y paz
Pr. Dolreich Artigas
No hay comentarios.:
Publicar un comentario