Dr. Charles Stanley
"Y les dijo: Cuando oréis, decid..." (Lc 11.2)
Muchos
de nosotros hemos rediseñado el tiempo de oración para "ajustarlo" al
afán de nuestras vidas y para tener más comodidad, olvidando que lo más
importante de la oración es nuestra relación con Dios.
La
oración debe ser un tiempo de separación del mundo para estar con el
Señor. Esto tiene lugar cuando entregamos planes, prioridades y nuestra
propia vida al gozo de acercarnos a nuestro Padre celestial. Es una
ocasión para experimentar el amor de Dios, y para expresarle el nuestro a
Él; para recordar que la vida está centrada en el Señor Jesús, y que
nuestra prioridad es obedecerle. Es donde nuestras almas se nutren, y
recibimos fuerzas para continuar.
Para
nosotros, como hijos del Rey, la oración es el medio para comunicarnos
con Él. Es, también, una de las maneras fundamentales para recibir sus
respuestas. Pero aun más importante, es un tiempo para deleitarnos en la
presencia de Dios nuestro Padre celestial, y de Jesús nuestro Salvador;
y para ser guiados por el Espíritu Santo en la conversación celestial.
El
valor de la oración se ve en la vida de Jesús. Él se apartaba con
frecuencia de las multitudes e incluso de sus propios discípulos con el
fin de pasar tiempo considerable con su Padre. ¿Qué valor le da usted a
la oración? ¿A quién o qué busca por medio de sus oraciones? ¿Con qué
frecuencia entra en el trono celestial simplemente para pasar tiempo con
Dios? Dedíquese a buscar con ahínco una vida de oración como la de
Jesús, teniendo a Dios mismo como centro de atención y prioridad
absoluta.
Dios bendiga tu vida con Gracia y Paz
Pr. Dolreich Artigas
Dios bendiga tu vida con Gracia y Paz
Pr. Dolreich Artigas
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