Cuando
se trata de los grandes propósitos de Dios para el sufrimiento, no
siempre sabemos sus razones. Pero no saber todas las respuestas no
significa que debamos tener miedo a las preguntas.
por Mark Coppenger
En
la edición anterior, hablamos de utilizar la Biblia para animar y
consolar a las personas que se sienten turbadas al ver que "a las
personas buenas les suceden cosas malas". Pero hay muchos que no aceptan
este consejo.
Después
de todo, una cosa es usar las Sagradas Escrituras para responder
pastoralmente a las necesidades del corazón de los creyentes, y otra muy
distinta enfrentar los "ataques indignantes" de críticos que plantean
la cuestión del mal retóricamente, como un desafío a la fe.
Estas
personas dicen que las aseveraciones de los cristianos en cuanto a que
Dios es todopoderoso y todo bondad, son incompatibles entre sí: Dios es,
o malo por no frenar el mal "injustificado", o débil por no poder
hacerlo cuando trata de impedirlo. Las citas bíblicas no les dicen nada,
por lo que podemos probar una táctica diferente.
Maneras de responder
Primero veamos las dos respuestas más comunes que los cristianos dan:
1. El libre albedrío. Nuestras
decisiones tienen consecuencias. Por ejemplo, cuando el pueblo alemán
decidió dar el poder a Hitler, y lo animó a perseguir a los judíos,
sucedieron cosas terribles a millones de personas, entre ellos niños.
Del mismo modo, cuando alguien decide ponerse tras el volante después de
atiborrarse de licor, puede chocar con el automóvil de una familia.
Dios
pudo, por supuesto, hacernos a todos unos robots dirigidos por un
sistema de circuitos eléctricos, en vez de hacerlo mediante valores,
juicios, propósitos, sentimientos, etc. Pero no lo hizo, porque busca
tener comunión con los seres humanos, no con robots.
2. La teología de la hechura del alma. En
esencia, este argumento propugna que el mundo que tenemos es el que se
necesita precisamente para desarrollar virtud en las personas. Después
de todo, no se puede crecer moralmente sin los problemas personales.
Como dicen algunos, se necesitan males de primer orden para fomentar
bienes de segundo orden, como son la paciencia, la valentía o la
caridad.
Pienso
en un hombre que conocí en la iglesia. Tenía un servicio de remolque de
vehículos siniestrados, y era conocido por sobornar a los policías que
le llamaban desde el lugar de un accidente. Un día, mientras remolcaba
un tractor, éste se deslizó por la rampa. El hombre quedó atrapado
debajo y envuelto en llamas cuando se desprendió la tapa de la gasolina.
Él ahora da testimonio de que durante el año que se demoró en
recuperarse de las quemaduras encontró al Señor, y da gracias a Dios por
permitir que el accidente sucediera. Durante ese tiempo de retraimiento
y sufrimiento, su "alma", estaba siendo "rehecha".
La conversación que surge
Cuando los escépticos escuchan estas respuestas, hacen nuevas preguntas. Aquí están cuatro de las más comunes:
1. Los desastres naturales. Mientras
que la defensa del libre albedrío abarca los robos, los homicidios, las
calumnias y otros delitos humanos, no explica tan fácilmente el porqué
de los terremotos, las sequías y los tsunamis. El mar y el cielo no
decidieron darles origen; allí no hay libre albedrío. Por tanto,
argumentan que Dios debe ser el culpable. Por supuesto, el pecado de
Adán puede tener la culpa de la confusión que hay en este mundo, pero
para responder esta acusación tenemos que regresar al propósito de la
maldición: la redención de la creación (Ro 8.18-23).
Debemos recordar que todo lo que Dios permite -cada tormenta y cada
cataclismo- ha sido creado para lograr ese magnífico propósito.
2. El mal injustificado. A
quienes dicen que todo obra para bien, los escépticos podrían citar el
ejemplo de un animal atrapado en una cruel trampa en el bosque. Tiene
una muerte angustiosa. ¿De qué provecho sería esto? Ellos preguntan: ¿En
qué disminuiría Dios su universo liberando al cervatillo para que éste
huya? Los escépticos afirman que si hay siquiera un caso de sufrimiento
injustificado, entonces Dios no es tan perfecto.
Creo
que es justo aquí poner la carga de la prueba en los críticos.
Pregúnteles por qué este hecho es totalmente injustificado. Solo porque
no podemos precisar la razón del sufrimiento, no significa que no
exista.
3. El infierno. Mientras
que los redimidos pueden crecer por medio de la adversidad, no hay
rectificación en el infierno donde los condenados pasarán la eternidad.
Entonces, ¿cómo pudo Dios crear un mundo, sabiendo que la mayoría de las
personas sufrirían para siempre? Después de todo, la Biblia dice que el
camino al cielo es estrecho, y que son pocos quienes lo toman, mientras
que el que lleva al infierno es ancho, y muchos son los que van por él (Mt 7.13, 14).
Yo
respondo diciendo que Dios está creando diamantes, no hongos, y que son
necesarios el calor y la presión para hacer el trabajo. La
santificación se desarrolla en un marco de maldad generalizada e
intimidante.
4. El genocidio cananeo. Algunos
críticos conocen bastante de la Biblia y tratan de usarla para
desacreditar la fe. Frente a los relatos de la orden de Dios de matar a
todos los habitantes de Jericó (vea Josué 6),
algunos niegan que Dios ordenara tal cosa, pero esto contradice la
veracidad de la Biblia. Otros dicen que los padres lo merecían, y que
los niños que murieron se salvaron de la condenación. Sin embargo,
ninguna de estas afirmaciones encuentra apoyo en la Biblia.
Aunque
no podamos comprender todo en este mundo, sí podemos saber que los
propósitos de Dios son buenos. Lo que al principio puede ser terrible,
puede tener sentido cuando conozcamos todas las circunstancias.
Sí,
los escépticos tienen sus argumentos, pero nosotros tenemos nuestras
respuestas y también quienes pueden responder por nosotros (entre ellos
C. S. Lewis, quien acepta el desafío en su pequeño libro El problema del
dolor). Así que, no se deje intimidar. Usted cuenta con mucha ayuda.
Eso es lo que hacen los apologistas (defensores). Pero la ayuda más
grande en los momentos de dificultad es el Señor. Su perfección es
indiscutible para su pueblo, que ve en todas partes evidencias de la
bendición y el esplendor divinos.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS