"Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?" (Gen 3.9)
Después
de desobedecer a Dios, Adán y Eva se encontraron en una situación
terrible. Su primera reacción fue ocultar la verdad en vez de reconocer
lo que habían hecho. Las hojas de higuera no pueden jamás ocultar la
raíz del pecado (Gn 3.7); pero incluso hoy, tenemos la misma actitud. En lugar de reconocer y confesar el pecado, buscamos esconderlo.
La
segunda respuesta de Adán y Eva fue evitar a Dios. Ellos sabían que
habían desobedecido, pero en vez de venir al Señor para restablecer su
relación, se escondieron de Él por temor (v. 8). ¿Alguna vez ha evitado orar o leer la Biblia por estar luchando con sentimientos de culpa?
Una tercera reacción fue tratar de evitar la responsabilidad personal, echando la culpa a otros (vv. 12, 13).
No obstante, cada uno de nosotros es responsable ante Dios por sus
acciones, independientemente de las circunstancias o de quién esté
involucrado.
Pero, a pesar del pecado de Adán y Eva y de sus maneras escurridizas de manejarlo, el Señor los buscó (v. 9).
Nuestro pecado nunca es demasiado grande como para mantener lejos a
Dios; Él nos llama todavía y pregunta: "¿Dónde estás?" Él sabe lo que
hemos hecho y por qué, pero nos hace esa pregunta para que nos demos
cuenta de nuestra condición.
Nunca
permita que la culpa o la vergüenza le mantengan alejado del Señor. Él
busca a quienes han convertido sus vidas en un caos, y les habla por
medio de su Palabra, de su Espíritu Santo y de su pueblo. El perdón y la
reconciliación con Dios aguardan a todos los que estén dispuestos a
escuchar, reconocer su pecado y arrepentirse.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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