Dr. Charles Stanley
"Cuando
terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras
redes para pescar... Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de
peces, y su red se rompía" (Lc 5.4, 6).
Nadie
podría haber sido más sorprendido por la orden del Maestro que Pedro.
Después de trabajar arduamente toda la noche, ni él ni los otros
pescadores tenían el fruto de sus esfuerzos. Estaban cansados y
desanimados; la última cosa que querían hacer era lanzar otra vez las
redes en otro intento inútil por atrapar unos pocos peces. ¿Qué podía
estar pensando Jesús? ¿Qué propósito podía haber tenido al pedirles que
salieran a pescar otra vez?
Poco
tiempo después, cuando las abultadas redes eran arrastradas a la playa,
estos hombres comenzaron a entender un principio eterno del que muchas
personas no se han dado cuenta todavía: Dios nunca nos pedirá que
hagamos algo, a menos que tenga un propósito específico y soberano para
ello (Jer 29.11).
La orden de Jesús debió haberles parecido innecesaria, por no decir
disparatada. Después de todo, estos hombres eran expertos en la pesca;
sin embargo, todavía les faltaba aprender que sin la intervención
sobrenatural de Dios todopoderoso, nuestro esfuerzo es en vano.
Pedro
y sus hombres nunca podrían haber imaginado qué clase de recompensa les
esperaba por su obediencia. Lo que buscaban y deseaban más que nada era
precisamente lo que Dios le dio: redes repletas de peces. La diferencia
era que la segunda salida a pescar fue hecha a la manera de Dios y en
el tiempo de Dios.
Por
tanto, confíe en los planes de Dios para usted. Nunca conocerá la
recompensa hasta que esté dispuesto a correr el riesgo -cuanto mayor es
el riesgo, mayor es la recompensa.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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