Dr. Charles Stanley
"Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos" (2 Co 4.8, 9).
A
nadie le gusta ser afligido, pero no podemos ignorar sus beneficios
para el crecimiento espiritual. El ser quebrantados nos da una
perspectiva totalmente nueva en cuanto al plan del Señor para nuestra
vida. Es que disfrutar de un flujo constante de bendiciones distorsiona
nuestro enfoque de Dios, dejándonos por lo general con la suposición de
que Él existe para nuestro servicio.
Le
pedimos al Señor salud, éxito y seguridad económica. Le pedimos que
bendiga nuestra familia y nuestras relaciones. Le pedimos, le pedimos y
le seguimos pidiendo. Y la verdad es que la mayor parte del tiempo no
estamos realmente hablando a Dios en absoluto. En nuestra mente, lo
hemos reemplazado por un sirviente; le decimos lo que queremos, y
después lo enviamos a que nos lo consiga.
En
todo esto, ¿quién es el centro de nuestras oraciones? Sin duda, no es
Dios todopoderoso, nuestro eterno Salvador y Creador del universo. No;
somos nosotros quienes estamos en el centro de estas oraciones. Por
consiguiente, el resultado final es la sutil creencia de que Dios existe
para nuestro beneficio -algo muy distinto de la realidad de su
divinidad. Esta distorsión rompe el corazón del Señor y nos aleja mucho
de saber realmente quién es Él.
La
cura para esta egocéntrica idolatría es el quebrantamiento. Cuando Dios
dice "No"; cuando quita; cuando maneja lo que tenemos, cuánto tenemos y
cuánto tiempo lo tenemos, nos está ayudando a mantener nuestros ojos
puestos en Él. No desprecie esos momentos. Por el contrario,
reconózcalos como la voz de su Padre celestial llamándole de regreso a
sus amorosos brazos.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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