La garantía de la vida eterna
Dr. Charles Stanley
"Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero" (Ap 9.9).
El
primer capítulo de Mateo muestra el linaje de Jesucristo: 42
generaciones que empiezan con el milagro del niño nacido a Abraham, y
terminan con el milagro del ser divino que asume forma humana. En medio
de la lista están los nombres de un tramposo, de una prostituta, de un
homicida, de reyes y de antiguos adoradores de ídolos. Estos hombres y
mujeres fueron transformados por Dios, y ocuparon un lugar en la estirpe
de nuestro Salvador. Dios protegió este linaje, a pesar de la
utilización de la mentira, la guerra, el cautiverio y la asimilación.
Este
es el mismo Dios que nos promete la vida eterna por medio de
Jesucristo. La Biblia enumera una tras otra las promesas de parte de
Dios, y Segunda a los Corintios 1.20
nos asegura que todas sus promesas se cumplen en Cristo. A quienes
hemos nacido de nuevo por la fe en el Señor Jesús se nos ha dado un
lugar permanente en la familia de Dios, que está garantizado por el
Padre y el Hijo (Jn 10.28, 29).
El Espíritu Santo nos es dado como sello de la promesa, lo que
garantiza que recibiremos nuestra herencia eterna como hijos de Dios (2 Co 1.21, 22).
Para
que la garantía de la vida eterna surta efecto, hay un solo requisito:
Que iniciemos una relación personal con Cristo. El Señor mismo escribe
nuestro nombre en el libro de la vida del Cordero (Ap 21.27).
No hay más especificaciones que cumplir para que esta garantía entre en
acción, y ella seguirá en efecto para siempre. La vida eterna nos
pertenece en el instante que nos convertimos en hijos de Dios. El Señor
lo ha prometido, y podemos contar con ello. ¡Aleluya!
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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