Dr. Charles Stanley
27 de diciembre de 2014
El Dios que nos consuela
Leer | 2 Corintios 1.3-7
"Porque
de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así
abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación" (2 Co 1.5).
Aunque
tenemos tiempos de alegría, todos experimentamos dificultades y
adversidades en la vida. A veces, podemos llegar a preguntarnos si el
Señor nos entiende o nos presta atención. La verdad es que sí nos
entiende, y que sí se preocupa, al punto que envió a su único Hijo para
rescatarnos de nuestro pecado. Pero además, nos ama y nos consuela
cuando sufrimos.
Si
usted busca la palabra consolación en el diccionario, con toda
seguridad encontrará una definición. Sin embargo, vea Juan 14.16, y
descubrirá un significado totalmente diferente. En este versículo, Jesús
define el trabajo y el ministerio del Espíritu Santo, y lo llama "el
Consolador". Esa palabra significa "el que viene a estar a nuestro lado
-el que viene en nuestra ayuda".
Dado
que los creyentes tenemos al Consolador en nuestro interior, no hay
necesidad de buscar consuelo en nada más. No tenemos que acudir a la
bebida, a las drogas, al entretenimiento, al sexo, a los viajes, ni a
otras distracciones y placeres para escapar de nuestras pruebas y
sufrimientos. Tenemos morando en nosotros la fuente de toda consolación,
el Espíritu Santo.
Esto
significa que cuando nos sintamos afligidos o incapaces de seguir
adelante, podremos esperar un pequeño susurro inaudible que nos aliente,
diciendo: "Si podrás, porque yo estoy aquí". Si usted discierne la
consolación del Espíritu Santo de Dios -Aquel que está con usted, no
importa qué tristeza o dificultad esté enfrentando- eso vale más que
cualquier cosa que este mundo pueda ofrecer.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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