La paz de Cristo
Dr. Charles Stanley
"La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo" (Jn 14.27).
¿Ha
pensado usted alguna vez en la sociedad en la que nació el Salvador?
Cantamos "Noche de paz, Noche de amor", pero la paz y la serenidad
caracterizaron poco al tiempo en que el Señor Jesús vivió. En los dos
años siguientes a su nacimiento, Herodes se sintió muy amenazado por la
noticia de la llegada del rey judío. Su reacción fue ordenar la matanza
de todos los niños de Belén, de dos o menos años de edad. Pero Dios
protegió a Jesús advirtiendo a José que llevara a su familia a Egipto (Mt 2.13-16).
Las
violentas y peligrosas condiciones del imperio Romano no mejoraron con
el tiempo. La pobreza y la esclavitud eran comunes, y las crucifixiones
públicas infundían temor. En los últimos días antes de morir en la cruz,
Jesús le prometió a sus discípulos darles su paz, y les dijo que no
tuvieran temor (Jn 14.27); pero también les dijo que los dejaría (v. 28), y que serían odiados, expulsados de las sinagogas e incluso asesinados (15.18; 16.2).
Por
estos versículos, es evidente que la paz de Cristo no es un producto de
las circunstancias tranquilas. Lo cual es una buena noticia, porque no
importa cuán caótica pueda ser nuestra vida, podemos tener serenidad por
medio del Espíritu Santo que vive dentro de cada creyente.
Es
por eso que nuestra primera reacción en situaciones preocupantes, debe
ser leer y meditar en las Sagradas Escrituras. Luego, al obedecer los
mandamientos de Cristo, su vida fluye a través de nosotros como la savia
de la vid a una rama (Jn 15.1-5, 10). Jesús describió esto como una relación permanente. Y dondequiera que more el Espíritu de Cristo, allí también estará su paz.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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