Por Anne Cetas
LEER: Salmo 3
"¡Oh Señor, cuánto se han multiplicado mis adversarios!" -Salmo 3:1
Una
amiga me dio un vaso grande de agua y me dijo que lo sostuviera. A
medida que el tiempo pasaba, pesaba cada vez más. Finalmente, se me
cansó la mano y tuve que apoyarlo en algo. Ella señaló: «He aprendido
que la preocupación es como sostener ese vaso. Cuanto más me preocupo
por algo, más me agobian los temores».
El
rey David conocía bien el temor. Toda su vida se había vuelto un caos.
Su hijo Absalón le había usurpado la lealtad de la nación de Israel e
intentaba quitarle el trono. No sabía quién estaba de su lado ni a quién
tenía en contra. Al parecer, la única opción que le quedaba era salir
corriendo. Les dijo a sus siervos: «... daos prisa a partir, no sea que
apresurándose [Absalón] nos alcance, y arroje el mal sobre nosotros» (2
Samuel 15:14).
En
un salmo que probablemente David escribió mientras huía para que no lo
mataran, declaró: «Con mi voz clamé al Señor, y él me respondió desde su
monte santo» (Salmo 3:4). En medio del temor, David buscó al Señor, y
Él le mostró su gracia y lo restauró al trono.
Hay
muchas preocupaciones que pueden agobiarnos; pero, si las dejamos en
las manos poderosas de Dios, Él nos ayudará en medio de nuestras
pruebas.
La preocupación es un peso que Dios nunca tuvo la intención que cargáramos.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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