El llamado a la santidad
Dr. Charles Stanley
"Como
aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda
vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy
santo" (1 P 1.15, 16).
Los
creyentes somos llamados a ser un pueblo santo. Santidad significa ser
apartados por Dios para sus propósitos. Este proceso de santificación
comienza cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Salvador personal, y
continúa por el resto de nuestras vidas.
El
Espíritu Santo hace que nuestra voluntad y nuestros anhelos estén en
armonía con los suyos. Al someternos a su dirección, comenzaremos a
desear lo que Él desea. Con su guía, decidiremos consagrar nuestra
conducta, nuestra conversación y nuestro carácter a Dios solamente. El
Espíritu nos enseña cómo hacer de la santidad un modo de vida, en vez de
verla como algo inalcanzable. Dios nos ha colocado donde vivimos y
trabajamos, no para aislarnos sino para reflejar quién es Cristo
mientras nos relacionamos con otras personas. Si estamos en el proceso
de ser conformados a la semejanza del Señor Jesús, entonces cuanto más
vivamos y maduremos espiritualmente, más podrán los demás reconocer al
Salvador en nosotros. Nuestros corazones deben volverse más suaves, y
desear amar y servir más a otros.
Si
somos embajadores de Cristo, entonces nuestras vidas deben ser santas;
de lo contrario, lo estamos representando mal. Si somos el cuerpo de
Cristo, entonces nuestras manos son sus manos; nuestros ojos, sus ojos; y
nuestros pies, sus pies. Cuando permitimos que Jesús hable, ame y sirva
por medio de nosotros, los demás se verán impulsados a preguntar por
qué tenemos vidas tan vibrantes. Todos los seguidores de Cristo son
llamados a ser santos. Responder a este llamado cada día, es hacer
nuestra la Gran Comisión.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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