Algo tiene que cambiar
Dr. Charles Stanley
"Sed
benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros,
como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo" (Ef 4.32).
¿Por
qué es difícil seguir el camino de obediencia? Como dijimos la semana
pasada, dentro de todo creyente hay dos tendencias en conflicto: El
viejo yo -o "la carne"- y la santidad de la nueva naturaleza en Cristo.
Las características de estas inclinaciones opuestas están retratadas en
los versículos de hoy. La calidad del perdón, o la falta del mismo,
determinarán en gran medida la tendencia que predomine en nuestra vida.
El
resultado inevitable de la falta de perdón es la ira, la amargura y el
rencor. Al negarnos a perdonar, dejamos que la vieja naturaleza domine y
produzca su venenoso fruto. Todos los aspectos de nuestra vida son
afectados cuando nos negamos a brindar el perdón que Cristo nos dio con
tanta generosidad -en esencia, estamos tratando a quienes nos rodean
como no quisiéramos jamás que el Señor nos tratara.
Aunque
un agravio puede rompernos el corazón o herir nuestra autoestima, el
negarnos a perdonar le impide a Dios redimir la herida. Queremos que Él
trasforme a la persona que nos hizo daño y que le haga lamentar lo que
hizo, pero a veces, el Señor lo que quiere es transformarnos. El perdón
nos ayuda a vivir a la manera de Cristo, y nos permite ver a los demás
con ojos de gracia y misericordia.
Lea de nuevo los versículos 31 y 32.
¿Cuál le describe? Como creyentes, anhelamos demostrar las cualidades
de nuestra nueva naturaleza, pero el Señor puede producirlas solamente
si estamos dispuestos a sustituir ofensas y resentimientos con el perdón
de nuestro corazón. Algo tiene que cambiar -deje que sea usted.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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