Los deseos de nuestro corazón
Dr. Charles Stanley
"Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón" (Sal 37.4).
El
Señor nos ha dado muchas promesas maravillosas. Pero, lamentablemente,
una de ellas es malinterpretada con frecuencia. No es raro que alguien
me hable de algo que pidió en oración, y que añada después: "Dios ha
prometido concederme los deseos de mi corazón".
Esto hace que el Señor parezca más una tienda de juguetes que un Padre sabio. Cuando se interpreta el Salmo 37.4, dentro del contexto correcto, podemos entender el principio de Dios en cuanto a concedernos los deseos de nuestro corazón.
Deleitarse en el Señor (v. 4)
significa gozarse en conocer más a Dios y en obedecer su voluntad.
Pasar tiempo con el Padre celestial aprendiendo lo que le agrada, y
pidiéndole discernimiento para tomar decisiones sabias, tiene dos
resultados. Primero, el Espíritu Santo armoniza los deseos de nuestro
corazón con las Sagradas Escrituras; y, segundo, nos preparamos para
recibir bendiciones.
El deleite en Dios se deriva de la dedicación a Él. Cuando encomendamos nuestro camino al Señor (v. 5),
permitimos que su voluntad y sus mandatos moldeen nuestros
pensamientos, estilo de vida y metas. En otras palabras, reconocemos su
derecho a determinar si nuestro anhelo se ajusta a su plan.
Tal
vez la parte más difícil para que nos sean concedidos los deseos de
nuestro corazón, sea esperar que se materialicen. No obstante, la
Palabra de Dios insiste en que descansemos en el Señor y que esperemos
pacientemente en Él (v. 7).
Dios
promete concedernos los deseos de nuestro corazón en el tiempo de Él,
siempre y cuando nuestras peticiones estén en armonía con su voluntad.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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