lunes, 23 de junio de 2014

EL VALOR DE LA OFRENDA...


Monedas con valor eterno
Gracias a que una pequeña iglesia decidió sembrar generosamente, personas del Amazonas están teniendo una maravillosa cosecha espiritual.

por Jamie A. Hughes

 

Conducir por la carretera 166 de Kentucky es como regresar en el tiempo. La carretera de dos carriles, rodeada de tierras y bordeada por casas rurales se parece tanto a las de mi Arkansas natal. Es el tipo de lugar donde las indicaciones que nos dan para encontrar una dirección incluyen frases como "gire donde estaba antes el granero de los Wilson", y donde los vecinos se conocen entre sí por su nombre -un lugar donde el tiempo se mueve un poco más lento, y en que las relaciones, al igual que cualquier cosa de valor, se crean para durar.

Llego a la Iglesia Bautista Liberty de Fulton, y de inmediato, soy llevada a una sala de reuniones por un señor mayor, llamado John, que usa tirantes en sus pantalones y tiene una sonrisa encantadora. "Estamos contentos de que haya podido venir", dice mientras me da un fuerte abrazo. Me río, sorprendida por el saludo. En la sala, cajas destinadas para la despensa de alimentos se encuentran a lo largo de una de las paredes del enorme edificio de metal; en otra pared, más allá, se ven cajas llenas de juguetes y equipos deportivos.

En la habitación, hombres colocan mesas y sillas en filas. En la cocina, un pequeño ejército de mujeres hablan de diversas cosas mientras sirven bandejas de frutas y galletas, juntamente con jarras de café recién hecho. Hace exactamente un año, este grupo decidió enviar la ofrenda para misiones de la escuela bíblica de vacaciones a Ministerios En Contacto para ayudar a preparar "El Mensajero de En Contacto" para los ticuna, una comunidad indígena que vive a lo largo de los afluentes del río Amazonas. Y ahora, casi dos docenas de miembros de la iglesia han venido a escuchar noticias de cómo el regalo que dieron está impactando a personas que se encuentran a miles de millas de distancia.
 

"Todo el mundo estaba emocionado por haber dado para el proyecto ticuna, porque teníamos un tema de selva tropical", me dice Jeanne Cole, coordinadora de la EBV, "especialmente los chicos".

Uno de ellos, Bradley Burkeen -de nueve años y de pelo rubio- está allí para recibirme. "Los maestros nos dijeron que 'El Mensajero de En Contacto' era como un iPod con la historia de Jesús en el dialecto de ellos", dice. "Me pareció que eso era buenísimo".

Bradley se había convertido al Señor apenas unos meses antes de que comenzara la EBV, pero sabía que si él había necesitado escuchar el evangelio, también lo necesitaban los niños ticuna. Así que, esa semana comenzó a pedir monedas a los conductores y a los pasajeros, al igual que los otros 32 niños de la iglesia para llenar sus alcancías.

En total, los niños y los voluntarios reunieron suficiente para diez dispositivos. En una ciudad donde el 34% de la población vive por debajo del umbral de pobreza y el desempleo es casi tres veces el promedio nacional, esta clase de ofrenda no solamente es meritoria; es desmedida.

Pero la generosidad es lo normal en esta iglesia. Aunque la asistencia promedio de cada domingo ronda alrededor de unas ochenta personas, se ayudan entre sí y auxilian también a los demás, como lo hace normalmente una iglesia con el doble de su tamaño. Los miembros dan de comer a los hambrientos, y visitan a las personas enfermas. También evangelizan de puerta en puerta, y buscan a los drogadictos, a pesar de que la policía les ha aconsejado que no lo hagan por razones de seguridad. Son un ejemplo de Hebreos 13.16: "Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios". Y la misma pasión que tienen estas personas por servir al pueblo donde viven, la tienen para ayudar a los ticuna -una comunidad que está a medio mundo de distancia- de cualquier forma que puedan.
"Bradley llegaba a casa cada tarde de la EBV lleno de preguntas acerca de las personas en el Amazonas", dice su madre, Jennifer Burkeen". "Decía cosas como: 'Allá hace calor, mamá, como en Kentucky. Nosotros tenemos aire acondicionado, pero ¿qué tienen ellos?', 'Nosotros traemos comida de la tienda, pero ¿cómo consiguen ellos las cosas para comer?'".

Aprendió otras cosas durante la EBV, entre ellas varios versículos bíblicos. "El que recuerdo mejor es Juan 3.16", dice, acomodándose sus gafas sobre la nariz y enfocando concentradamente la mirada en algo lejano. Articula aceleradamente las palabras: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". Cuando termina, sonríe de oreja a oreja, y dice: "Dios nos dio a Jesús para que pudiéramos ir al cielo donde está mi abuelo. Nosotros debemos dar para que también otros puedan saber de Él".

Entonces, saco de mi bolsillo un "Mensajero de En Contacto" en ticuna, y le pregunto si le gustaría escuchar cómo suena su versículo favorito en la lengua de la tribu. Él asiente con la cabeza, entusiasmado, y después de varios intentos consigo el Evangelio de Juan. Cuando esas palabras vivificantes salen del diminuto altavoz que tengo en la mano, todas las personas reunidas alrededor de la mesa aplauden, y en el rostro de Bradley aparece una enorme sonrisa". "¡Eso suena como un idioma delespacio exterior, o algo así" afirma. "No entiendo ni una sola palabra de lo que dice".

 

Pocos en el mundo puede entenderlas, pero ese no es el caso para la tribu ticuna o para el Dios que nos creó y nos ama a todos. Hoy, gracias a la generosa siembra de 33 niños y de 30 trabajadores voluntarios de Kentucky, los ticuna pueden escuchar todo el sacrificio que Jesús hizo por ellos. Los ticuna también pueden saber lo que su Padre celestial dio para que todos y cada uno de nosotros podamos regocijarnos para siempre cuando lleguemos al cielo -el lugar donde celebraremos en una sola lengua que todos reconoceremos.

DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ

Pr. DOLREICH ARTIGAS

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