Por Bill Crowder
Lectura: Salmo 103:1-8
"Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios". -Salmo 103:2
Hace
poco, un amigo de mi juventud me mandó una foto de nuestro equipo de
atletismo de la escuela secundaria. La difusa foto en blanco y negro
mostraba un grupo vagamente conocido de jóvenes, con nuestros dos
entrenadores. De inmediato, retrocedí en el tiempo al evocar aquellos
momentos felices cuando participaba en carreras de 800 y 1.600 metros.
Sin embargo, aunque me encantó recordar aquellos días, también pensé en
la facilidad con que los había olvidado y me había ocupado de otras
cosas.
A
medida que avanzamos en la vida, es fácil olvidarse de lugares,
personas y acontecimientos que fueron importantes para nosotros. El
tiempo pasa, los ayeres se desvanecen y nos obsesionamos con las
preocupaciones del momento. Cuando esto sucede, también podemos olvidar
lo bueno que Dios ha sido con nosotros. Quizá por eso, David recordó
esto al escribir: «Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su
santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus
beneficios» (Salmo 103:1-2).
Los
momentos en que es más necesario recordar estas cosas son aquellos en
los cuales las dificultades de la vida nos inundan. Cuando nos sentimos
abrumados y olvidados, es importante recordar todo lo que el Señor ha
hecho a nuestro favor. En esos recuerdos, encontramos el estímulo
necesario para confiar en Él, hoy y en el futuro.
Recordar que Dios fue fiel en el pasado nos fortalece para el futuro.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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