Dr. Charles Stanley
"Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten" (Colosenses 3.21).
Al
expresar amor incondicional, los padres tienen la posibilidad de criar
hijos que lleguen a ser adultos seguros. Cuando aceptamos la naturaleza
única de cada niño, ponemos las bases para que tengan una buena
autoestima. A menudo, los padres confundimos las acciones con la
identidad personal. El niño puede escuchar la crítica e interpretar:
"soy malo", en vez de "mi comportamiento estuvo mal". Los niños
necesitan orientación y disciplina de los padres, pero éstas deben
trasmitir amor.
La
alternativa -la corrección destinada a hacer del niño la persona que
los padres quieren (en vez de lo que Dios desea)- genera un espíritu
rebelde. Las modas pasajeras, la vestimenta estrafalaria, o el tipo de
peinado, no son cosas por las que vale la pena pelear, mientras que las
cuestiones relacionadas con la honestidad, la integridad y la
obediencia, requieren la guía de un padre.
El
resultado del amor incondicional, y sus subproductos -la autoestima y
la obediencia- es la capacidad de crear buenas relaciones. Los niños que
crezcan sintiéndose amados, estarán preparados para aceptar a los demás
con la misma actitud que sus padres les enseñaron, mientras que un niño
herido tendrá problemas para expresar amor incondicional a su cónyuge y
para recibirlo.
Transmitir
aceptación a un niño no cuesta dinero, pero toma tiempo. Los padres
aman a sus hijos por medio de acciones y actitudes -es decir,
interesándose en sus actividades, escuchándoles con atención, y
dispensándoles estímulos y elogios. ¿Saben sus hijos que usted les ama?
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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