Por Jennier Benson Schuldt
Lectura: Deuteronomio 8:1-3, 11-16
"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien". -Romanos 8:28
En
el transcurso de un año, la lucrativa empresa de publicidad de Richard
LeMieux quebró. Poco después, este hombre perdió su riqueza y se
deprimió. Con el tiempo, empezó a beber en exceso y su familia lo
abandonó. En el peor momento de su vida, estaba en la calle, destruido y
sin nada. No obstante, fue entonces cuando buscó a Dios; y, más tarde,
escribió un libro sobre lo que había aprendido.
Los
israelitas también aprendieron algunas lecciones valiosas cuando Dios
permitió que soportaran la falta de un hogar, la incertidumbre y el
peligro. Las dificultades les enseñaron a ser humildes (Deuteronomio
8:1-18).
Aprendieron
que Dios supliría sus necesidades. Cuando tuvieron hambre, les dio el
maná. Y para calmar su sed, les dio agua de una roca. El Señor les
enseñó que, a pesar de las dificultades, podía bendecirlos (v. 1). Por
último, aprendieron que la adversidad no es una señal de abandono.
Moisés les recordó que Dios los había guiado durante 40 años en el
desierto (v. 2).
Cuando
enfrentemos momentos de desesperación, podemos buscar qué lecciones
espirituales hay en esas dificultades; lecciones que pueden ayudarnos a
descansar en Aquel que hace que todas las cosas obren para nuestro bien y
para su gloria (Romanos 8:28).
La visión más clara de todo lo que sucede procede del cielo.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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