La pasión por obedecer a Dios
Dr. Charles Stanley
"Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió" (Juan 6.38).
La
escuela de la obediencia tiene muchos cursos y muchos exámenes. A
medida que avanzamos en sus lecciones, solemos ir de la obediencia
temerosa o fingida, a una sujeción más genuina.
El
pueblo de Dios recibió una gran lección de obediencia en el desierto de
Sinaí, la cual estuvo manchada por rebelión constante. Siglos más
tarde, sin embargo, se les dio una nueva lección, cuando Cristo habitó
entre nosotros, la gente comenzó a entender que era posible llegar a ser
obedientes desde lo más profundo de sus corazones (Jn 1.14; Ro 6.17).
Jesús
habló mucho sobre este tema, y sus palabras eran poderosas porque
venían de una vida impecable y totalmente obediente. Su testimonio era
que había descendido del cielo para hacer la voluntad del Padre (Jn 6.38).
Por
conocer perfectamente bien la hermosura de la vida de obediencia, Jesús
nos manda a ser como Él: "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará
en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que
está en los cielos" (Mt 7.21).
El
Señor tuvo también palabras duras para los maestros de la Ley que se
negaban a obedecerla. Los acusó de atar pesadas cargas sobre las
espaldas de los hombres y de no ayudarlos a llevarlas. En otras
palabras, enseñaban lo que debía hacerse, pero no estaban dispuestos a
hacerlo ellos mismos. Jesús identificó después a la obediencia como "la
llave de la ciencia [o del entendimiento]" (Lc 11.52).
Si
obedecemos, las puertas de entendimiento se abrirán delante de
nosotros, y seremos capaces de ver la verdad de Dios como nunca antes.
Mantengamonos fieles porque fiel es el que prometio
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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