Jesús, el Dios-hombre perfecto
Dr. Charles Stanley
"Hizo
además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las
cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para
que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo,
tengáis vida en su nombre" (Juan 20.30, 31).
Existen
tres posiciones en cuanto a Jesucristo: Primero, la de las personas que
no creen que Él sea Dios, por lo que rechazan y restan importancia a su
obra de salvación, afirmando que solo fue una buena persona. Segundo,
la de quienes aceptan que Jesús es el Hijo de Dios, pero no tienen una
relación personal con Él. Y tercero, la de los verdaderos creyentes que
aceptan a Cristo como Salvador (Ro 10.9).
Efesios 2.1, 2
dice que antes de ser salvos, todos estamos muertos espiritualmente, y
viviendo de acuerdo con nuestra naturaleza pecaminosa. Quienes no tienen
una relación personal con el Señor Jesús se mantienen en ese estado.
Sin embargo, cuando una persona pone su fe en Él, se produce el
nacimiento espiritual y se convierte en una nueva creación que ya no
vive más según la carne (Jn 3.3; Ef 2.5; 4.24).
Nuestra
posición en el Señor afecta nuestras actitudes, emociones,
conversación y conducta. La incredulidad de nuestra cultura ya no se
ajusta a lo que somos. Como creyentes, tenemos que crecer en la
semejanza a Cristo y abrazar las ideas, la manera de pensar y las
actividades que agradan a Dios, al mismo tiempo que rechazamos todas las
demás.
Jesús
es el Dios-hombre perfecto que tomó voluntariamente sobre sí nuestros
pecados y experimentó la ira divina en lugar nuestro. Dios aceptó su
muerte como pago total por nuestros pecados, resucitó de los muertos
para ahora estar sentado a la diestra del Padre Celestial (Ef 1.20),
y su Espíritu vive ahora en nosotros. Por tanto, acepte quién es
Jesucristo, y permita que ese conocimiento refuerce su propósito de ser
como Él.
DIOS BENDIGA TU VIDA CON GRACIA Y PAZ
Pr. DOLREICH ARTIGAS
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